"Debes convertirte en el cambio que deseas ver en el mundo."

"Debes convertirte en el cambio que deseas ver en el mundo."
—Gandhi

domingo, 15 de diciembre de 2013

Contra la dejadez

La cualidad más representativa de España es la dejadez; hacemos las cosas "a medias", esforzándonos sólo lo suficiente como para que "tire", con lo que después nos toca sufrir las consecuencias. Es decir, somos los que ponemos cinta aislante al motor del coche en vez de llevarlo a arreglar y luego nos quedamos sin él. Por desgracia éste es el rasgo más extendido en nuestro sistema, y naturalmente me refiero a los dos pilares que, en mi opinión, sostienen un país: la educación y la justicia.

Nuestro sistema educativo está sometido a constantes cambios (según gobierne un partido u otro), críticas y puesto en tela de juicio por todos sin que realmente nadie consiga cambiar nada. Es un sistema educativo defectuoso, con muchos agujeros y decadencias que deberían quitarnos el sueño a todos; el sistema educativo no afecta sólo a los pobres estudiantes a los que les reforman el programa año sí año también, sino que nos afecta a todos. La educación que reciban los niños de hoy reflejará a los políticos, economistas, ingenieros y adultos del mañana. Esto quiere decir que si no conseguimos una transformación realmente profunda, sustancial y, sobre todo, eficiente, nuestro sistema continuará degradándose hasta el punto de catástrofe que ya estamos empezando a notar.

Esta degradación consiste en la dejadez (ahí está, ya estaba tardando en salir) del Sistema en general; ¿que no apruebas? Pues a diciembre. ¿En diciembre tampoco? No pasa nada, a junio. ¿Todavía nada? Pues a septiembre. ¿Que en septiembre tampoco pasas? No importa, te pasamos de curso y la arrastras a las tres siguientes convocatorias. ¿Se puede saber qué locura es esta? ¡Normal que estemos a la cola de Europa en el Informe PISA, si no pegamos chapa! El Sistema es permisivo, vago, poco exigente, y así ocurre, que cada vez más alumnos se preocupan únicamente por aprobar el examen en vez de por adquirir conocimiento. Este tema lo trataré más ampliamente en otra entrada, pero dejo estos dos párrafos a modo de introducción.

Con respecto al sistema judicial, creo que a nadie le va a costar mucho darse cuenta de dónde está el elemento de dejadez, considerando que las noticias acerca de la famosa Doctrina Parot empapelan nuestros periódicos y noticiarios. Durante el período de actividad más violento de la Banda Terrorista ETA, el código penal en vigor decretaba sentencias demasiado cortas para los asesinos, por lo que ya en 2006 se aprobó esta doctrina, la Doctrina Parot, que endurecía las penas a los mayores criminales (entre los que se incluyen los ahora libres violadores y terroristas), aplicándose sin embargo, con carácter retroactivo. Esto quiere decir que fue aplicada sobre reos que habían ingresado en prisión antes de 2006, lo cual transgrede una de los principios fundamentales del derecho. Todo esto deriva en la decisión del Tribunal de Estrasburgo, que lamentablemente no ha tenido más remedio que excarcelar a todos estos peligrosos criminales.

De esta polémica situación se sigue la dejadez del Sistema Judicial, que tendría que haber ideado esta doctrina en su momento, cuando empezaron los atentados y surgió la necesidad de aplicar castigos mayores; pero no se hizo. La pasividad, el "que lo haga otro mañana" nos ha conducido a una extrema crisis, con la puesta en libertad de individuos que están instalando el miedo en la calle. Este tema, así como el de la educación, también lo profundizaré en otra entrada individual.

En resumen, podemos ver cómo las vigas de nuestro país se sostienen sobre alambres endebles e inestables, resultantes únicamente de la dejadez del propio pueblo, un colectivo en el que además de incluir a nuestros queridos políticos nos incluimos nosotros mismos; podría hablarse de vagancia, o de indiferencia, pero la realidad es que a todos nos importa (o, al menos, desde luego que a todos debería importarnos) la situación en la educación y la justicia, sólo que "pasamos" de mover un dedo para promover verdaderos cambios. Es más fácil echarle la culpa a los altos cargos y escandalizarse desde el sillón. Y he ahí la causa de nuestra futura (o presente) ruina.


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